martes, 28 de julio de 2009

Moises el Grande


Esta es una historia de la Recolectora.


Hace mucho, mucho tiempo (bueno es realidad no tanto ehh apenas unos días casi…) la Recolectora era una niña, estaba aprendiendo a escribir, y a hablar correctamente pues era importante, su papá se encargaba de explicarle como era el mundo.


Un día, mientras ella escuchaba una canción, oyó algo que se asemejaba a ¡Una grosería!, no lo podía creer, su papá (que lo sabía todo) le había dicho que no se debían decir tales, por que se oían mal en la boquita de una niña tan linda, y ella vio que la señora que cantaba esa groseriota, también estaba linda, y se pregunto ¿Qué pasará con la señora? Seguro dejara de ser linda, tremenda groseriota no podía pasar desapercibida, ¡Decir inútil¡ wow, seguramente se comenzaría a transformar de pronto en una señora fea, en cualquier momento.


Así que se sentó a observarla, y en vez de eso dijo otra, más fuerte, su curiosidad no daba más, se levanto y corrió con el hombre más sabio que conocía, ¡Su papá! Y le dijo oye papá ¿Por qué esa señora dice esas groseriotas? Y su papá hizo un gesto muy común entre los papás, algo así como un gesto secreto de papás; miro a su mamá como diciendo, “Ves para que pones esas canciones y ¿Ahora qué le digo?” Ella le respondió con otra mirada de mamás “No se es tu hija ingéniatelas”


Lo primero que vino a la mente de su Sabio padre, fue: -ah. Lo que pasa es que cuando canta una canción si puede decir groserías, pues en ellas se escriben los sentimientos; y ella está enojada, así que se vale decir groserías cuando se canta. La repuesta de la colectora niña, no se dejo esperar: oye papá, entonces si yo escribo canciones, ¿Podre decir groserías? En ese momento, el Sabio papá de la recolectora hizo el gesto del papá que se da cuenta que no supo que decir, y ahora ni echarse para atrás; y en su cara de total sabiduría le contesto. -Así es hija-.


Esto lleno de alegría a la recolectora, y de un salto corrió a su habitación ¡Podría decir groserías! Y no desaprovecharía esa oportunidad, se sentó en la mesa.


Solo pensaba, ¡Ya se escribir! Ahora sé que podre escribir muchas groserías, y se sentó a escribir cosas como: eres un tonto, menso, loco, estas feo, y cosas por el estilo, cuando su padre vio todo eso escrito, le pregunto ¿Qué es todo eso? Entonces la Recolectora ilusionada le contestó ¡Es una canción! La mamá de la recolectora quien escuchaba todo, lo miró en su clave de mamá con cara de “¡Mira las cosas que le dices a mi hija!” el papá de la recolectora, evito voltear a verla; podría adivinar lo que pensaba la mamá. Así que miro el cuaderno donde la recolectora se iniciaba recolectando historias, y lo único que contesto ante los ojos de ilusión de su hija: - ummm, mira qué bonito.-


Ahora sabía la Recolectora que si alguien escribía canciones, entonces podría decir tooodo lo que deseara, groserías, cuentos, hablar sobre el amor, sobre una verdad, sobre viajes, todo, así que su mente comenzó a navegar, sus ojos se deleitaban de ambición, de solo imaginar las historias que escribiría, sería grandioso, sería magnífico.


En eso estaba la mente de la recolectora, cuando llegó a visitarlos Moisés el grande entonces observo a la Recolectora entonces una niña pequeñita de 7 años y la vio afanada en sus creaciones, pero como todas las personas grandes… después les sigo narrando por que la “Ogra de la realidad inexistente” se ha despertado.


Bien ahora que el ogro de las realidades inexistentes se ha dormido, podre seguir narrando mi historia, pese a que hoy me torturo el ogro con una realidad horrible, cosas de rentas y dinero, pero sobreviví a su tortura, me hizo caminar horas; pero creo que logre distraerla, comenzó a fijarse en las historias (jeje…) pero eso es otra historia que les contaré luego.


Me quede que Moisés el Grande entró y vio a la Recolectora chiquita escribiendo, antes de seguir quiero contarles por que se llama así, resulta ser que este grande hombre; acaudalaba sumas de dinero, su principal interés era el poder, tanto de la materia como sobre las personas; su grandeza no se caracterizaba por ser como la de Moisés el original, el de la Biblia; sino todo lo contrario, para él las personas medían su valor por pesos, entre más dinero, mejor persona. Cuenta la leyenda que hoy tiene muchos pesos, ¡Qué bueno! Todos los seres humanos debemos tener lo que más amamos.


Bueno continúo: como todas las personas grandes, en ocasiones sienten curiosidad por lo que hacen los niños, principalmente cuando silenciosos, se afanan en algún trabajo.


Se paró al lado de ella, con toda su grandiosidad, y le dijo: -¿Qué haces?- la Recolectora en su versión pequeña y con ojos ilusión le dijo: ¡Es una canción! Y sus ojos se iluminaron redondotes como dos pelototas, y sucedió algo increíble, Moisés el grande con toda su grandiosidad soltó sonoras carcajadas.


-Jaja… canciones ¿Tú? Jaja… y después te mandaremos a la Oti.-


Los ojos de la Recolectora se fueron haciendo chiquitos, por un momento no supo lo que sentía, las palabras decían algo; pero el sentido de ellas fue muy duro, la recolectora no que pasaba dentro de ella, pero su estomago se empezó a sentir mal, con ojos de tristeza vio su canción que escribía, entonces por primera vez la Recolectora se sintió ridícula, sus ojos se humedecieron, pero todo seguía tan normal que no supo que había pasado; lo que si supo es que se enojo con su canción boba, entonces la recolectora la rompió, y nunca más volvió a escribir canciones, lo intentó pero siempre tenía miedo de sentirse ridícula.


Aquí no acaba la historia con Moisés el Grande es verdad que han existido, magos negros, brujos del bosque, ogros horripilantes, sátiros mañosos, y demás seres en la vida de esta sencilla Recolectora, pero Moisés el Grande se llevo el premio al más Grande.

1 comentario:

Alex Marduk dijo...

Que linda historia me gusta felicidades creo que eres una soñadora extraordinaria