martes, 30 de junio de 2009

Es lo malo de creer

Es lo malo de creer. Te tomas un tiempo y tomas una decisión, de pronto cuando menos lo piensas, ¡Zaz! Otra vez estás igual.
¿Cómo suceden las cosas? No lo entiendo aún, amas a alguien, le das todo de ti; le dices lo más que lo amas, y te lo dice igual; te jura amor eterno, te dice que siempre serás parte de él, ¡pero de pronto! Un día en que todo debía ser normal, todo termina; justo cuando me empezaba a divertir. Buuuu ¡Que aburrido!
No funcionaron las palabras y la lógica no aplicó, mucho menos la ética; bien dice un proverbio chino: “Uno enseña lo que debe aprender”. ¿Por qué?, ¿Tal vez la Luna? ¿Una niña de 5 años que no forma aún su carácter? Pueden creerlo, todo un gran caballero, guerrero, andante y caminante; fue derrotado por una linda niña de 5 años. ¿Hablo de dolor? ¡Si! Por supuesto, la realidad implica que no fue una niña. Fueron los egos como todas las historias de amor que se quedan inconclusas.
A ver. ¿Quién ganó! ¡Nadie! Ni la luna ni el sol; ni él ni yo, bueno espero que alguien haya ganado en todo esto, mientras tanto... los procesos del dolor corren su curso, amplían su criterio, y nos indican que es tiempo que las lágrimas rueden e inunden los manantiales de la soledad.
De pronto me gustaría ser otra y de otra forma; dos propuestas de trabajo, una opción de negocio, dos ofrecimientos románticos, múltiples piropos: nada me puede animar, eso es lo mas fuerte. Quisiera poder ser diferente, quisiera cambiar el tiempo, y poder manejar esto de maneras distintas; ¡Es imposible! Lo que dolió ahí está y no va a desaparecer porque yo desee que desaparezca, ¿o si?
En otro momento tal vez podría imaginar que nada pasó, que todo sigue igual; como en un principio, en que los ángeles rebozaban de alegría, en que los cielos entonaban sus mejores cantos, y las hadas volaban a nuestro entorno.
Por desgracia, muchos no estaban de acuerdo en que tanta felicidad reinara la tierra. ¡Y eso cuenta! ¡Eh!... ¡Claro! Era de esperarse, por eso, ese otro viejo proverbio mexicano: “El casado casa quiere”. Y pese a estar en un lindo lugar, el hecho de no ser propio, involucró las reglas de todos menos de los que las debían poner, y eso: ¡también cuenta! ¡Claro que es molesto el zumbido de una niña que no ha aprendido a obedecer! Pero que es más molesto, ¿no saber donde esta la base de una relación?, ¿Si se trata de amor incondicional?, ¿O de amor medido y condicionado?
De algún modo todas las circunstancias pueden solucionarse, mientras existan las tres bases de la convivencia: Respeto, Comunicación, y Empatía, de que se sigan los lineamentos de lógica y sentido común, además ayuda la disposición de ambos para arreglar un problema y no hacerlo ni dejarlo crecer, y, ¡claro! la ética entre todos los participantes. Lo malo es que si esto falta. ¡Ya se amoló el asunto!, pues no hay nada que hacer.
Es el momento en que ves a dos llorando en un rincón, para que nadie se de cuenta todo lo que le duele; dos familias molestas, pues cada uno defiende la parte que le corresponde y como corresponde, además ves un desajuste y enojos, de ver quien gana la pelea.
Y en un tiempo veras como lo que fue amor pleno, del dolor paso a la ira, de ahí al rencor, o la culpa. Y ya valió pues nos ponemos a reflexionar, ¿Qué hubiese pasado, si otras alternativas se hubieran dado? Y entonces surge en la mente, la imagen de una familia feliz. Con todos los involucrados con una sonrisa tatuada en sus labios ¿Y por que? ¿Dejaron de tener problemas? ¡No! El concepto de vivir implica por antonomasia que habrá problemas, sin embargo aquellas personas que viven ¡Tan bonito!, lograron comprender y aplicar de maneras equilibradas, las reglas.
Esto me trae a colación una idea, o, mejor dicho, una hipótesis. La vida es plena a partir de la manera en que alcances el balance, en tu vida; no sólo las decisiones, lo que pienses, la disciplina, el orden, la armonía, la alegría, ni la educación es suficiente; por ello algunos de esos, que se queman las pestañas para pensar las cosas, han determinado las herramientas para ayudarse a poder vivir con mayor orden, es triste cuando no se aplican las reglas porque no se saben, pero más triste es, cuando se saben y de todas maneras no se aplican.
Pero ni hablar, el dolor duele. Y no hay nada que hacer. ¡Bueno si hay algo! Llorar.

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