domingo, 27 de diciembre de 2009

El hombre del espejo

         El hombre del espejo miraba y se preguntaba, ¿Que habrá del otro lado? Mientras, una dulce voz sonaba (en un silencio de los ángeles se escucho armoniosa). En el otro lado de ese espejo con un sencillo marquito, que aquel hombre observaba una y otra vez, escucho: Soy yo, y tú eres yo... Ambos somos lo que no debemos, pero si lo que queremos...

Entonces el hombre curioso se asomó, ¡increíble imagen la que vio! Una mujer desnuda lo esperaba, viéndolo de frente, sonriendo y alerta, le tomo la mano y lo introdujo al espejo.

 

El hombre incrédulo entro al espejo, miro reflejándose en el reflejo y a cada reflejo su alma se elevaba una y más veces, elevándose hasta alcanzar enormes alturas, cuando por fin toco el cielo una nube lo regresó, estaba parado frente al espejo, su cuerpo temblaba y sudaba copiosamente.

 

Lo mejor... Esta vez estaba desudo ante ese espejo... Solo el espejo y él conocían este nuevo silencio...

 

El Hombre del espejo tomo su reflejo, donde podía ver su imagen, donde podía soñar esos sueños, donde podía sentir sus besos, sus aromas, en el silencio de un secreto que solo los iluminados alcanzan a entender, donde la mente se eleva y permite que los seres vuelen en entera libertad...

 

Y lo cuidaba, lo alimentaba con su reflejo se perdía por las noches, buscando en su espejo el reflejo y la imagen que solo a él pertenecía, su secreto se mantenía lo más oculto y lo más secreto en el silencio del silencio, donde el mar hace que las olas hagan espuma, así sus sueños crecían entre olas, entre la naturaleza de los hombres cuando en verdad su amor se eleva. Mientras, del otro lado del espejo su secreto se debatía esperando salir libre de ese silencio, libre de ese espejo...

 

         El hombre soñaba con su espejo, el que le daba esos sueños, pero un día... Un mal día, el espejo calló en las sombras de la realidad, en mil pedazos se rompió y así mismo el corazón del hombre que sin su espejo lloró, se retorció intentando pegar los millones de pedacitos del pequeño espejo, quedando solo un marco delgadito y café, pero ni un pedazo de espejo, ni un pedazo de sueños... Sus fantasías... Sus realidades imaginarias, el juego de las imágenes y las sombras, del diseño de los rostros, del margen de sus personajes, todo eso en fragmentitos tirado en medio del piso.

 

Entonces el hombre del espejo llorando de dolor y de soledad, sintiendo que su mente también rompía en pedazos como su corazón, corrió y se enfrento a todo aquello que no había deseado enfrentarse, esta vez no tenía nada que perder, pues sus sueños se habían perdido, y estando él también perdido, perdió todo miedo todo fragmento de ser inferior, enfrentó lo que más temía... ¡Su realidad! cuando al fin logró vencerla, una mujer cruzó frente a él... un aroma lo hizo volver, un vestido blanco cubría ese cuerpo desnudo, lo tomo de la mano, y esta vez fuera de ese espejo le dijo: Te Amo...

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